Cuando los esfuerzos son inútiles, ¿vale siquiera la pena el ser sincero y decir que estás mal?
El rechazo de la gente sumado a la voz seductora, risueña y altanera que susurra dentro de las costillas, como regodeándose en su reino impenetrable pero absoluto, hacen que sea imposible sacar la voz.
Si a final de cuentas terminará, más tarde que temprano, por eliminar esa voz y cualquiera de los vestigios de que en algún momento existí.
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