Sunday, June 18, 2017

Pisarse la cola

De pronto, siento que voy a perder todo y por opción propia. Es como si siempre hubiese sabido el abanico de posibilidades que tengo, limitado, insulso, donde la sección de color negra aparece como la más atractiva del bordado desde hace siete años atrás. Es mucho tiempo viviendo así, y a mi mente le cuesta cada día más encontrar nuevas excusas que valgan para justificar los grilletes en los pies.

Para qué andamos con cuentos, acá no hay nadie que quiera verme fracasar más que yo misma.

Tuesday, May 2, 2017

Luz

Y de pronto, no todo era tan oscuro como siempre lo supuse. 

Sunday, April 30, 2017

Esa

Cualquiera de las clases dictadas por mis profesores (incluso de aquellos que son doctores y hacen honor a su título gracias a su ineficiente forma de enseñanza) sería un material más fácil de explicar que la maraña de fibras semitransparentes que continúa allí, reposando serena sobre la masa babosa de mi cerebro.

Se escurre cuando quiero tomarla y arrancarla, aunque sé que sigue allí a pesar de mis intentos infructuosos por erradicar todo trocito de la mierda que la compone. También sé, en un acto de aprendizaje a través de los años, de ensayo y error, que toma formas mucho más afables de vez en cuando. A veces, hasta me deja ver fogonazos de luz; resquicios de lo que está compuesta.

Me lleva a parajes por los que no he transitado con mi cuerpo físico. Lugares donde la iluminación es un bien escaso, donde el polvo se levanta y vuela por las habitaciones; lugares que, con sus paredes verde musgo o gris opaco, parecen hacer brotar bocas en todos los rincones donde no soy lo suficientemente rápida para mirar. Los susurros aparecen tenuemente, mas, a pesar de su debilidad logran remecer cada una de las costillas que quieren súbitamente apretarse contra mi corazón hasta aplastarlo y destruirlo en mil pedazos.

Hay ocasiones donde no puedo respirar. Las menos, donde aquel canto mudo logra encontrar el camino hacia la fracción más profunda de mi cuerpo y parece deleitarse en su juego en que, como ha sabido desde el principio, tarde o temprano se presentará como el claro ganador.

Me engulle esa sensación. Esa impredecible, cruel y atrayente sensación.

Esa, que algún día me terminará por destruir y arrastrar a su mundo, sin posibilidad alguna de escape.  

Saturday, March 25, 2017

Necesidad

Espero alguna vez entender el motivo último tras la impertinencia que mueve a las almas que se arremolinan a mi alrededor.
Que fuese simple y llanamente soledad sería, por decirlo menos, demasiado triste.

Saturday, March 18, 2017

Escurriéndose

Ya no es tan fácil como solía ser. Paradójicamente, debería ser un evento para celebrar: alejarme de aquel pequeño portal hacia la nada infinita es un paso que cuesta, pero que es necesario. Lo veo en mi sonrisa, en la de los demás, como demostraciones infatigables de que estoy haciendo lo correcto.

Cuando logro dar un atisbo dentro del camaleónico espacio que, aunque con las ventanas tapiadas contiene una luz invisible que logra dar sentido a mis pasos, el reflejo que entregan desde el piso los trozos irregulares del vidrio que quebré en una de las tantas noches de tránsito es, indudablemente, el mismo: las pupilas temblorosas, la sonrisa torcida, el regusto de que todo se derrumbará pronto. Ese sentimiento inquieto de no saber en qué punto estoy. La certeza definitiva de que es imposible huir.

El día en que logre mantener mi cabeza en alto y las palmadas en mi espalda se agudicen será el mismo que se fundirá con aquella noche.

Ahora es difícil llegar al camino deforme por el que tantas veces transité. En esa noche, fatídica, seductora e imposible de evitar, sé que será lo más fácil del mundo.

Porque nunca seré capaz de volver a huir tan cobardemente como lo he hecho en este último tiempo.

Porque, aunque digan lo contrario, mi hogar siempre ha estado entre los escombros y el polvo, en los rincones más deshabitados de un mundo con tintes azules y telón negro.

Sunday, March 12, 2017

Cansancio

Cuando los esfuerzos son inútiles, ¿vale siquiera la pena el ser sincero y decir que estás mal?

El rechazo de la gente sumado a la voz seductora, risueña y altanera que susurra dentro de las costillas, como regodeándose en su reino impenetrable pero absoluto, hacen que sea imposible sacar la voz.

Si a final de cuentas terminará, más tarde que temprano, por eliminar esa voz y cualquiera de los vestigios de que en algún momento existí.

Saturday, March 4, 2017

De subjetividad y otros miedos

Hay veces que salir al patio, saludar al vecino o pararte y gritar en medio de la plaza parecen acciones ridículamente fáciles de realizar si lo comparamos a la distancia insalvable de nuestros dedos en la pantalla.

Wednesday, March 1, 2017

Lo de siempre, sin azúcar

La hipocresía se sirve fría, todos los días, después del tecito de las siete de la tarde. Y es igual de amarga.

Pero qué le vamos a hacer. Estamos acostumbrados.

¿Cambiarlo? Ni en mi tumba, señor. Me criaron así y así me moriré.

Qué va a saber usted si después de todo los gustos son gustos, no se puede hacer nada, y menos porque puta que le gusta a la gente mentirme a la cara.

Convergente

He pensado en esa chica más de lo que debería: su ropa de corte moderno, el lado derecho de su cabellera rapada, el puente de su nariz que con su longitud hacían de éste su rasgo más distintivo de su rostro, esos ojos temerosos al hablar pero que se enzarzaban en una lucha con su boca, decidida y mordaz, como si pertenecieran a otra persona.

Quizá, de haber sido otras las circunstancias, le habría dicho que dejase de charlar con esa cascada de palabras durísimas, que sin aliento se agolpaban las unas con las otras; y que si acaso se quería acostar con el primero que tenía al frente tal como repetía en innumerables ocasiones pues que así lo hiciera y no le diese tantas vueltas al asunto.

Porque en esas largas frases de disculpa, temblores casi imperceptibles y miradas esquivas, solo advertí un reflejo diametralmente opuesto de mí misma; pero tan, tan malditamente cercano que ahí recae el motivo de que no dejo de pensar en ella.

Es obvio darse cuenta que, de haber sido otras las circunstancias también, habría tenido que escuchar a una mujer un par de años mayor que se ahogaba con su propia lengua al tratar de formar una conversación con ella, conmigo, con todo y nada a la vez. Y la habría visto con los mismos ojos arrogantes, sabiendo que yo sí había hecho con mi vida lo que quería a diferencia de esa enclenque persona, aunque por dentro me estuviese muriendo por una señal que me dijera que estaba haciendo mal las cosas.

Porque la vi, ella me vio, y ambas supimos sin siquiera mediar palabra al respecto las fallas insalvables que tenía la otra.

Y que, tal vez, habríamos podido arreglar mutuamente de tan solo atrevernos a abrir la boca.

Tuesday, February 28, 2017

Ponzoña

¿Desde cuándo la atadura de las palabras ha logrado que se forme una verdadera incomunicación entre nosotros mismos? 

Hablo, además de la ardua tarea que significa el establecer puentes con otros, acerca de lo imposible que pareciera ser conseguir un nexo entre las distintas partes del yo; ese, que se muestra al mundo; ese, que hasta hace poco ha hablado con un amigo; ese, envuelto entre las sábanas de un amor desdichado; ese, incapaz de expresarse en su máximo esplendor en otro contexto que no sea la intimidad a puertas cerradas; ese, que sueña; ese, que ríe; ese, que quiere morir.

Pareciera ser una tarea largamente olvidada, ignorada hasta que empieza a molestar. Como un mechón de cabello fuera de su lugar tratamos de arreglarlo, mas, es imposible no enredarnos entre nuestras propias hebras imperfectas que constituyen el lenguaje y pronto desistimos, derrotados, inservibles para una acción que debiese ser inherente al día a día.

Tomen un momento para reflexionar y, por favor, hagamos el esfuerzo de evitar las palabras. El cielo nublado de las noches más frías es suficiente en muchas ocasiones para sentir; conectar las piezas del rompecabezas y al fin llegar al núcleo, ese calorcito que sube por el pecho y se instala en la garganta, haciéndola escocer, recordándonos que tenemos un propósito que escapa a la realidad percibida del día a día y que ha vivido, como un vagabundo escondido en lo más recóndito de nuestros laberintos interiores, esperando a que le descubran y le den de comer para desplegar una sonrisa carente de dientes.

Porque la verdadera vida yace allí, horrenda, adictiva, embriagante y efímera, y una vez se ha logrado encontrar el camino de ida es difícil no regresar constantemente, arrastrando nuestras rodillas hacia ella. 

Monday, February 27, 2017

Valentía

El Francisco sabía que no debió aceptar jamás esas galletitas de aspecto «inofensivo» en el carrete de la Cami, pero, ¿cómo no hacerlo? Los que no lo hacían eran gallinas; animales de baja categoría en el verdadero zoológico desenfrenado en que se había convertido la celebración de los tan ansiados dieciocho. «Estás grandecito ya» le habían instado con diferentes entonaciones diferentes y, presionado, con los pícaros ojos de la Cami sobre su persona, tuvo que comer.
Si le hubiesen preguntado el porqué de su miedo habría dicho, sin tapujos, que era porque tenía la manía de hacerse dependiente de todo. Desde el matecito sagrado con el que no podía vivir en las tardes domingueras, hasta la lengua mordaz, hiriente y traviesa de la Cami; sí, «La Cami», porque por mucho que pasara enredado en sus sábanas rosadas con toques casi infantiles, no era «Su Cami». Ya llevaba a dos contados; dos imbéciles a los que se había comido en el carrete y, por lo que se veía, el número quería seguir aumentando.
Por eso igual comió, pero la galleta eso sí, aunque tuviera miedo de la dependencia y, también, de la independencia de sus pensamientos. De las aguas tormentosas del pasado y la sombra incierta del futuro.
Y, cuando el efecto estuvo en su punto más álgido, el miedo fue peor, mucho peor. Porque supo que, apenas éste se fuese, seguiría aterrorizado de que la valentía no llegase a él de ninguna manera; ni volado ni despierto.
La valentía para decirle a la Cami que nunca fue Francisca, sino Francisco, quien la amaba en secreto desde hacía tantos años de amistad entre supuestas «mejores amigas».   


Segundo relato del taller de escritura.
Cualquier comentario, duda, sugerencia y tantas más, siempre es bien recibida.

Sunday, February 26, 2017

Ahí vienen de nuevo

Sabía que no se trataba de Amanda pues me había dejado un mensaje, diez minutos atrás, de que acababa de llegar a casa. Imposible mi madre también; el regusto salado de mis lágrimas y el olorcito molesto a flores que permanecía aún en mi nariz, confirmaban que un nuevo aniversario con ella ausente había sucedido. La renta estaba pagada. Mis amigos, inexistentes desde siempre.
Mas, el murmullo detrás, delante y en un punto indescifrable, me hizo entender que «aquello» estaba presente, allí. Era lo único que creía saber desde el inicio mismo.
Sin embargo, esta vez venía preparado.   
Les detuve. Destruí sus heridas infringidas sin piedad, como siempre lo hacían, en una maraña de palabras sin sentido.
Se detuvieron en el instante en que también lo hizo el repiqueteo constante y rítmico en mi pecho y, con ello, el color escarlata extendiéndose en el piso fue lo último que vi antes de que todo se fuese a negro. Cuando volví a abrirlos, sin embargo, entendí algo en medio de la bruma exenta de calores y sensaciones; nada más había allí además de un terror paralizante, avasallador.

Y es que ahí venían de nuevo.  




Primer relato, resultado de un ameno taller de escritura.